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Ya es otra historia

19 días y 500 noches le costó a Sabina olvidar a María, o al menos eso era lo que creíamos. Es lo que nos ha estado cantando durante 20 años. Aquella famosa ruptura que hizo regresar al maestro “a la maldición del cajón sin su ropa”. Pero, ¿y si esta solo fuera su versión, su parte de la historia, la contada por él?

Hace unos meses, salió un tributo a Sabina, “Ni tan joven, ni tan viejo”, en el que una gran cantidad de artistas se unen para versionar algunos de los clásicos del cantautor. Y dejaron para la cantante más joven (y, seguramente, menos conocida), Travis Birds, la reinterpretación de 19 días y 500 noches, junto al poeta y amigo del autor, Benjamín Prado. Este último, queriéndole hacer un “regalo” a Sabina, reescribió la letra de la canción para que la cantara Travis desde el punto de vista de María, aquella chica de “la frente muy alta, la lengua muy larga y la falda muy corta”.

Lo nuestro duró

lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rocks

En vez de fingir

o estrellarme una copa de celos le dio por reír

De pronto me vi

como un perro de nadie ladrando a las puertas del cielo

Me dejó un neceser con agravios, la miel en los labios y escarcha en el pelo

Tenían razón

mis amantes en eso de que antes el malo era yo

Con una excepción

esta vez yo quería quererla querer y ella no

Así que se fue

me dejó el corazón en los huesos y yo de rodillas

desde el taxi y, haciendo un exceso, me tiró dos besos, uno por mejilla

Y regresé

a la maldición del cajón sin su ropa

A la perdición de los bares de copas

A las cenicientas de saldo y esquina

Y, por esas ventas del fino Laina pagando las cuentas de gente sin alma

Que pierde la calma con la cocaína

Volviéndome loco

derrochando la bolsa y la vida, la fui, poco a poco

dando por perdida

Y eso que yo

paro no agobiar con flores a María

Para no asediarla con mi antología

de sábanas frías y alcobas vacías

Para no comprarla con bisutería

Ni ser el fantoche que va en romería

Con la cofradía del Santo Reproche

Tanto la quería que tardé en aprender a olvidarla diecinueve días y quinientas noches

Dijo hola y adiós

y el portazo sonó como un signo de interrogación

Sospecho que así

se vengaba a través del olvido cupido de mi

No pido perdón

¿Para qué? Si me va a perdonar porque ya no le importa

Siempre tuvo la frente muy alta, la lengua muy larga y la falda muy corta

Me abandonó

como se abandonan los zapatos viejos

Destrozó el cristal de mis gafas de lejos

Sacó del espejo su vivo retrato

Y fui tan torero por los callejones

del juego y el vino que ayer el portero me echó del casino de Torrelodones

Qué pena tan grande

Negaría el Santo Sacramento en el mismo momento que ella me lo mande

Y eso que yo

Paro no agobiar con flores a María

Para no asediarla con mi antología

de sábanas frías y alcobas vacías

Para no comprarla con bisutería

Ni ser el fantoche que va en romería

Con la cofradía del Santo Reproche

Tanto la quería que tardé en aprender a olvidarla diecinueve días y quinientas noches.

Lo nuestro duró

lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rocks

Lo sé porque fui

la infeliz que mordía su anzuelo mientras le creí

De pronto me vi

como el busto de un rey destronao pisoteado en el suelo

Yo era la sota de las barajas y la planta baja de los rascacielos

Y es que tenían razón

sus amantes, con él hay un antes pero un después no

Conmigo fue así

dijo que era su media naranja y se puso a exprimir

Ya luego empezó

a dar vueltas igual que un león dentro de una jaula

que rugía mirando a la luna, mujer solo hay una y esa es mi María

Luego se fue

bajó a por tabaco y volvió a los tres meses

vino haciendo eses y hecho un perro flaco

pidió que le abriese con dos arrumacos

le quité la llave, el abono transporte, por decirlo suave, le dí pasaporte

y le dije «colega, tú has perdido el norte»

yo he estado tan ciega

que pensaba que ya me quedaba sin Alfa ni Omega

si él me abandonaba

Esa canción

en la que contaba la historia a su modo

en la que me echaba la culpa de todo

de las tropelías y las tonterías

donde me compraba con bisutería

mientras le servía jarros de agua fría

yo le añadiría, por ponerle el broche

que a mí, sin embargo, sus famosos 19 días y 500 noches se me hicieron largos

Dijo hola y adiós

y el portazo sonó como un signo de interrogación

En vez de sufrir

me lié con uno del PP y socio del Real Madrid

que canta hip hop

juega al padel, al tenis y al golf y es antitaurino

ha montado su propio bufete, yo le pongo un siete, él me ve y hace el pino

Sabina huyó

se fue dando saltos igual que un conejo

pero como artista ha llegado muy lejos

Ve a Dios retratado al mirarse al espejo

Yo le ví en las Ventas cantar nuestra historia

y como el caballo atado a una noria que va como un rayo tras la zanahoria

mi voz le seguía

y al bailar que soñar con los pies volví a ser la de ayer cuando le quería

Esa canción

en la que contaba la historia a su modo

en la que me echaba la culpa de todo

de las tropelías y las tonterías

cuando me compraba con bisutería

mientras le servía jarros de agua fría

yo le añadiría, por ponerle el broche

que a mí, sin embargo, sus famosos 19 días y 500 noches se me hicieron largos.

Y, así, después de 20 años oímos la versión de María y ¿la verdad de la historia? Parece que no fue ella la que dejó a Sabina, parece que fue él quien “se fue a por tabaco y volvió a los tres meses hecho un perro flaco” y entonces ella le “dio pasaporte” y acabó con “uno del PP, socio del Real Madrid, que canta hip hop y  juega al padel, al tenis y al golf y es antitaurino”. Brillante venganza.

Teniendo en cuenta esta versión, parece que a Sabina no le sentó demasiado bien que le diera un portazo al volver con el rabo entre las piernas. Así que fue contando la historia a su modo y culpó a María por dejarle y rehacer su vida cuando fue él quién le abandonó, seguramente para irse con otras amantes.

Y es que son tantas las veces que acaban volviendo. En la película de Nuestros amantes, en una de las conversaciones entre los protagonistas, llegan a la conclusión de que “cuando alguien te deja es porque cree merecer algo mejor que tú”, pero que cuando se da cuenta de que no hay algo mejor o, al menos, así lo siente, acaba volviendo.

Y, así pasó. Pero María no esperó a Sabina y se convirtió en la vengativa que le rompió el corazón. Hasta ahora. Ahora que ha decidido hablar (todo imagino que desde la ficción, aunque el poeta es amigo de Joaquín, quizá algo de verdad haya en todo esto). Ahora ya no es la mala, orgullosa y vengativa y no tiene que pedir disculpas por vivir su vida. En palabras de una amiga (fan de Anatomía de Grey): “No te pediré disculpas por cómo decido reparar lo que rompiste”.

A todo el mundo nos ha pasado en algún momento, a todo el mundo nos han hecho creer que éramos los malos de la película, los que rompíamos el corazón cuando tan solo intentábamos reconstruir ese desastre que la otra persona había provocado. Una vez nos rompen, no pueden esperar que sigamos pendientes de si lo que hacemos  o no puede hacer daño. Porque tan solo intentamos unir nuestras piezas rotas y para eso no hay una forma perfecta e indolora. Ni para nosotros mismos, ni para el resto.

Y es que toda historia tiene, al menos, dos versiones. La tuya y la suya; además de las versiones de cada espectador que, desde fuera, con más o menos derecho y con más o menos acierto, va a contar a su manera, con sus percepciones y sus sensaciones, añadiendo, quitando, exagerando e, incluso, tergiversando. Puede que con alguna intención determinada o, simplemente, está en nuestro ADN comentar lo que nos rodea.

Como dice Benjamín Prado, al inicio: “Y la misma canción, al cambiar de persona, no dice lo de siempre, cuando dice lo mismo”.  Tenemos los mismos personajes, el mismo contexto, tiempo y lugar, pero la perspectiva es tan diferente. Puedes pasar de víctima a verdugo en medio segundo, y viceversa.

Porque “todo lo que se vuelve a contar ya es otra historia”.

M.

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